Pulsaciones, de Javier Ruescas y Francesc Miralles

28 enero 2014

Elia ha tenido un grave accidente de coche. Tras pasar unos días en coma, despierta en el hospital sin recordar nada de lo sucedido en las jornadas previas al siniestro. Sus padres, su mejor amiga, Sue, y un chico llamado Phoenix serán quienes le ayuden a reconstruir sus difusos recuerdos.

Y es el chico con curioso alias quien jugará un papel clave. ¿Ha podido enamorarse Elia en tres días y haberse olvidado del amor de su vida? Todo parece indicar que sí, pero ¿por qué él se esconde tras un nick y una pantalla de 5 por 9? 

Precisamente esto es lo que invita a seguir leyendo, y aunque el desenlace es previsible, la historia tiene su chispa. Pero el argumento no es lo original, lo que llama la atención es la forma en la que está escrita: la historia está narrada exclusivamente mediante mensajes de texto, imitando los programas de mensajería instantánea. La aplicación aquí recibe el nombre de HeartBits, y mide las pulsaciones que el usuario realiza en la pantalla del móvil (también las de su corazón). 

Cada inicio de sesión de la protagonista es un nuevo capítulo, y cada una de esas partes está encabezada por un proverbio. Y es que las frases célebres, los aforismos, están muy presentes en la novela. Phoenix, de hecho, es un joven al que le encantan. 

Por cierto, además de los personajes mencionados, destaca Tommy, el chico de intercambio que se queda en casa de Sue, y Marion, una muchacha que también ha pasado por una situación dramática y va a terapia con Elia. Con respecto al primero, no llega a haber triángulo amoroso, aunque este parece querer asomar la cabeza. La segunda me resultaba al principio inquietante, la verdad, pero después esa sensación se disipó. 

Pulsaciones la firman dos autores: Javier Ruescas y Francesc Miralles, aunque no se sabe quién escribe qué, pues es una prosa homogénea. Del primero no había leído nada, mientras que del segundo conocía la saga Retrum

En definitiva, creo que es una historia la mar de sencilla, pero bien llevada, que gustará por su original forma, no tanto por su contenido, que no deja de ser simple y algo predecible.